Jesús nos dice que continuemos predicando el evangelio, incluso si enfrentamos hostilidad y concurso por parte de las personas. Este tipo de situaciones requiere atención a los detalles para ser exitoso en nuestra misión.

«No penséis que yo he venido para poner la paz en la tierra; no soy yo el que la he trastornado, sino que debo trastornarla; porque conmigo viene el bautismo y con el bautismo fuego.

Y el Dios de esperanza os llene de todo Deleite y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.

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Lo que nos lleva a una cuarta enseñanza del tomo de Job acerca del sufrimiento: nuestro trabajo no es entender, sino entregarse en manos. Las lecciones que hemos manido hasta ahora provienen de una perspectiva congruo omnisciente. Pero piensa en todo esto desde la perspectiva de Job. Estaría completamente en la oscuridad en cuanto a por qué esto estaba sucediendo.

La hostilidad y el odio por seguir a Jesús son realidades que enfrentamos como creyentes en un mundo cada momento más hostil al mensaje de la Certidumbre. Sin bloqueo, debemos rememorar que somos parte de una historia mucho anciano que nosotros mismos.

La mutilación de alguno de nuestros miembros es un mal, pues correspondería a la naturaleza humana el tener la plenitud de sus miembros.

Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su apego nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.

A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos.

En persona, no podemos evitar participar del dolor casi sofocante a pesar de la click here condición deteriorada de la obra.

Se entiende que las penas en existencia son diminutas y pasajeras en comparación con el Caudal de empíreo que nos demora. Adicionalmente, los manantiales de la Chispa divina a atención de la Iglesia y del mundo brotan de la afición de los que subren en unión de bienquerencia con Cristo. La necedad del sacrificio de la propia vida por mor de Dios —hasta el frontera del sufrimiento— ha sido siempre considerada en la Iglesia como la batalla evangelizadora más eficaz.

Es la escuela de esos momentos de la vida de los que no podemos escapar, momentos que podemos dictaminar inavíos, desperdiciados, y que en cambio nos permiten crecer.

“Y el Dios de la esperanza los llene de todo Deleite y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13)

Luego llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Miren, quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda pierda su vida por mí y por el Evangelio se salvará”